PALABRAS A MIS LECTORES

ALGÚN PAJARILLO ME HA CONTADO QUE EN ESTE IR Y VENIR POR EL UNIVERSO INFINITO ENTRAMOS Y SALIMOS (SIN DARNOS CUENTA DE ELLO) POR LOS POROS DE LAS SENSACIONES.

EN TAL CASO, PIDO QUE LA SATISFACCIÓN DE GOZAR LO QUE SENTIMOS NO NOS ABANDONE NUNCA Y NOS LLEVE A TOCAR UNA ESTRELLA: LA NUESTRA.




lunes, 15 de octubre de 2012

Hoy compré una idea.




Por Astarté.
León, España.

Hoy compré una idea. Una brillante idea. La vi mientras paseaba por las tiendas del centro. Detrás de una vitrina, en un escaparate gigante donde también había otras ideas, muchas de ellas de vieja confección. Entre un espejo y un maniquí resplandecía. Y su luz se proyectaba desde la fría lámina de azogue del espejo, llegando a iluminar la fachada del edificio de enfrente. Eran las tres. El sol hacía piruetas en el techo del mundo.

¿Sabéis por qué me gustó? Bueno, quizás parezca estúpido, pero me atrajo enormemente su forma: aparecía a los ojos de los consumidores envuelta en papel maché. O mejor dicho, hecha de papel maché. Un cuadrito, simple, colorido. Una idea adulta llena de muchas y brillantes ideas infantiles que esperaban ser tomadas en serio por racionalistas y empiristas. Algo, por supuesto, muy difícil de lograr. Pues para quienes la recuerdan, la infancia es tan clara y diferente (por no decir distinta) que, en la mayoría de los casos, no podría jamás cubrir los estrechos contornos de un tratado. Y quién sabe (me pregunto) si al final es del todo inútil que  los altos pensadores traten de comprar buenas ideas. Probablemente no sabrían qué hacer con ellas. Probablemente, claro está. Hay quien cree en los milagros.

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