PALABRAS A MIS LECTORES

ALGÚN PAJARILLO ME HA CONTADO QUE EN ESTE IR Y VENIR POR EL UNIVERSO INFINITO ENTRAMOS Y SALIMOS (SIN DARNOS CUENTA DE ELLO) POR LOS POROS DE LAS SENSACIONES.

EN TAL CASO, PIDO QUE LA SATISFACCIÓN DE GOZAR LO QUE SENTIMOS NO NOS ABANDONE NUNCA Y NOS LLEVE A TOCAR UNA ESTRELLA: LA NUESTRA.




lunes, 19 de noviembre de 2012

Filosofando: El maquillaje.




Por: Rosa Marina González-Quevedo (Astarté)
León, España.


Mujeres de la vida... ¡Vaya frase!... Y bien, el lenguaje regularmente nos engaña, sobre todo cuando usamos frases hechas. Pues todas las mujeres son “de la vida”, aun aquellas que se esconden en nuestra fantasía (la de las propias mujeres) o en la de los hombres (¿de erotismo se trata o de algo más?). Pero todas son (somos) “de la vida”. Y cambiamos un día por otro; es decir, vivimos día a día. E insisto en que las frases hechas del lenguaje a veces nos confunden, precisamente por estar hechas para situaciones culturales y sociales específicas y por ser un resultado del uso y abuso de los significados que cada pueblo o cultura otorguen a las palabras.

Mujer de la tribu de los Surma, Etiopía (Valle del río Omo)
Hoy dedico un minuto de especulación para recordar un título alguna vez mencionado: Filosofía en el tocador, sin que ello signifique un enlace mental entre maquillaje y sexo. Más bien, reflexiono sobre el maquillaje, a sabiendas que en el planeta Tierra hay féminas que, por razones de la vida, omiten el acto de sentarse delante de un mueble llamado TOCADOR para maquillarse.

De las raíces histórico-culturales (milenarias) del acto de maquillarse se ha hablado bastante y llueve información suficiente en bibliotecas reales y virtuales. Sabemos por ello que existen  múltiples posiciones que, bien desde tronos elevados o bien desde un contacto mucho más directo con Madre Natura, establecen patrones estéticos para juzgar la belleza o la condición social de una mujer maquillada.

Factores comunes en la aplicación de los recursos para SER BELLA sí, por supuesto, los hay: El fango ha sido y es, por ejemplo, un elemento que no escapa al tratamiento del cuerpo bello. Sus propiedades minerales y su energía (absolutamente vinculadas al don de la fertilidad) explican su uso como la mejor de las mascarillas o como espléndido recurso para masajes corporales y hasta como parte misma del tocado (laca excelente para las mujeres de muchas  tribus, las cuales se engalanan con fango para volverse atractivas). ¿Extraño para el mundo occidental esto del fango en el peinado? ¿Es fea o repulsiva la mujer que se peina con fango?...

Niña yanomani del Amazonas.

Acabo de leer algo sobre el maquillaje de Cleopatra, la cual se dice que usaba pequeñas dosis de plomo (mineral con referencias a propiedades benéficas para el sistema inmunológico) para sombrear sus párpados (glamour llegado a nuestros días, aunque no usemos el plomo...). Y más que conocidos son los baños con leche de burra de la reina de Egipto. Bueno, ella se los podía permitir... Pero, en todo caso, no todas (o todos) nos sumergiríamos en leche de burra sin antes experimentar un cierto rechazo y, en algún caso, hasta repulsión, tal vez por tener más que establecido el patrón mental de la leche como elemento para la nutrición a través del aparato digestivo y no a través de nuestro sistema cutáneo.
Geisa japonesa.

Lo histórico del arte del maquillaje también nos conduce a la búsqueda de maquillajes históricos (o sui géneris), entre los que llaman mi atención los del diseñador británico Alexander McQueen (honor a su fantasía y a su memoria), o a la importancia concedida al maquillaje de los muertos (desde los egipcios hasta nuestros días). 


Tocado del diseñador Alexander MC Queen.

Y en este último caso, el maquillaje deja de atañer solamente a las mujeres de la vida, viajando más allá de la vida y del género femenino, hasta convertirse en parte de un rito universal, el de la vida en el “más allá”. En fin, el poder CÓSMICO de los colores y el arte de la COSMÉTICA: la magia de la luz “descompuesta” en un arco-iris de razones para hablar del maquillaje, aún cuando las mujeres lleven la cara lavada o cuando los hombres no establezcan una relación entre pertenecer al género masculino y tener la cara “pintada”. Histrionismo (el teatro, las máscaras) y  universo; vida y muerte; colores.




viernes, 16 de noviembre de 2012

Homenaje a un poeta.



Por Astarté.
León, España.

Los sentidos nos obligan a creer que el vacío forma parte de la Nada. Dulces personajes del teatro, falsos ídolos... Pueden engañarnos en cualquier parte de la escena (y también llevarnos al mejor de los placeres, claro está). Hay, para colmo del engaño, un sentido emocional, el del vacío. Ese que suele desviarnos del camino más aún: me refiero al sentido de la vacuidad, que nos hace ver y escuchar paredes llenas de ecos sin retorno. La carencia de afecto, el sentirse un ser vacante... Hay quien podría definir todo esto como "el sentido de la soledad". Estar solo, sin embargo, podría ser no más que el efecto (¿errado?) de mal sentirse solo, gracias al poder inmediato que sobre nuestra conciencia ejercen los sentidos. Tal vez sea que el ser humano esté desprovisto del talento de las piedras, de los ríos; del talento de un oasis en medio de un desierto... Tal vez sea eso. 

Un poeta, sin embargo, es poeta cuando pisa el vacío. Cuando penetra y se adentra en el territorio de lo invisible y besa la trama de lo que huye de los juguetones sentidos. Su talento pisa los talones a la sombra de los seres impalpables en el mundo imago. Sabe reconocer la desmedida melodía de las notas del silencio. Busca lo que no podría encontrar en salones agredidos por el sol. Y encuentra los hilos invisibles del canto del Universo. Y escapa, en un golpe de a-temporalidad, a la ausencia del espacio que no ve, que no toca, que no siente. Y lo mejor del caso es que, sin darse apenas cuenta, regresa a su pluma de oca en el tintero. A pintar la imagen apenas rescatada. Y cito, como homenaje a un poeta:

Imaginamos a menudo haber agotado las diversas formas del querer con el amor del hombre por la mujer, por sus hijos, por sus amigos, y hasta cierto punto, por su país. Ahora bien, precisamente en la lista se halla ausente la forma de pasión más fundamental, aquella que precipita el uno al otro bajo la presión del Universo que se cierra a todos los elementos del Todo. La afinidad, y como consecuencia, el sentido cósmico.
El amor universal ya no es algo psicológicamente posible, sino más aún, la única forma completa con la que podamos amar.


P. Teilhard de Chardin
El fenómeno humano.


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Camino.


Por Astarté.
León, España.

    No digo siempre pero a veces           
      Un sutil sensual calor en la distancia           
    Enciende el paladar del sueño             
Y el lado de mi cuerpo más convexo 
Con el olor de mar que lo enlentece  
                                   En la ladera oblicua de tu ansia                                          
        Meciéndolo a  placer en el ensueño            
Que alguien por error diría sexo   
Y que es únicamente amor.
 
 

Filosofando: El color rojo.




Por Astarté.
León, España.


En culturas como la china las novias suelen vestir de rojo para el matrimonio. Comentario aparentemente banal, si no pensara en el rojo como en el inicio de un ciclo cósmico-energético, contenido y continente de la cópula genital del Universo.

Mulhadara, primer chakra, encuentra su complejidad simbólica en el color rojo y en lo que éste representa. Se dice que el poder de la Kundalini (concentración de energías esenciales de naturaleza cósmica, espíritu del yoga) se activa “en rojo”. Colocada a la base de nuestra región sacra, la serpiente despierta de su reposo latente, encendida por la chispa de fuego. Aries y Scorpio representan este despertar en el plano astrológico, donando a sus hijos un a veces extraño sentido de reacción inmediata ante los estímulos circundantes. El vino, la sangre, el hierro y la masa ígnea... Marte y sus hijos, la ira, el sexo, la carne... La tierra, el fuego, los estados de excitación... Todos ellos, histriones del color rojo en el ser que todo ser es.

Acabo de leer una nota informativa que habla de medidas adoptadas con fines “ideológicos”. Aparecía en una tira periodística, en el extremo izquierdo superior de un tal diario, de esos que pululan y chancletean por estancos y bares de cualquier ciudad. Y lo que más llamó mi atención fue el uso del color rojo como fondo del texto. ¿Es rojo el comunismo? O mejor dicho, ¿por qué lo han querido pintar de rojo? ¿Señal de alarma roja?... Buena pregunta. Pero algo me dice, por experiencia, que la ideología no tiene color definido. Como los sueños figuran en claroscuro. Y somos nosotros quienes, según corre el viento, las pintamos de un color o de otro. La idea de Navidad “exige” el rojo, induciéndonos a pensar en el tema del nacimiento (¿versión de la tradición cristiana de la Kundalini que despierta?...). También el demonio (su representación) viste de rojo. Y no hay diablillo que no tenga un tridente rojo, como acabadito de sacar de una fundición entre las llamas del infierno. Personajes de fábulas como Caperucita y Pinocho atraen nuestra atención con sus vestimentas rojas. Algo me hace pensar que en estos personajes infantiles se encierran valores de insubordinación o de conducta deforme como la desobediencia y el no acatar las órdenes filiales. Quizás sea por ello que nuestras madres no nos hayan vestido de rojo en los primeros instantes de nuestra vida, y que la canastilla masculina sea en azul y la femenina en rosa, pero nunca en rojo.

La vergüenza es roja. La ira es roja. También la extrema alegría o la euforia. Y el llanto es rojo. Nuestros ojos arden; nuestras mejillas se repletan de este color; los capilares se hinchan a punto de estallar al borde del abismo de las grandes pasiones. ¿Y qué decir del amor...? Rosas rojas para damas tristes y éstas despertarán como la Kundalini, desencadenando la energía concentrada en sus genitales. ¿Y para los caballeros? ¿Salones rojos? ... Mitos y más mitos vestidos de rojo. Pero la luz roja que emana del granate de adorables labios puede hacer milagros.

No olvido la amenaza. La luz roja en semáforos y en señales rojas indica “no entrar” o “no pasar” por un sitio prohibido. La amenaza o el sentido de prohibición pende, en ciertas zonas y momentos, como espada sobre el cielo. Por no decir que, a veces, el cielo es rojo y obnubila la conciencia sin dejarnos escalar. Y entonces apelamos a ritos y a poderes escondidos en antiguas plegarias, éstas engarzadas a hilos rojos. Tampoco olvido el destino, ni el hilo rojo que enlaza, en tiempo y en espacio, a las almas gemelas.

Pues bien, hoy escribo en rojo. Ardo en deseos de sentir el don de la palabra AMOR. Y espero. Espero en blanco y negro. La luz hará lo que tenga que hacer a su debido tiempo. Y el tiempo es infinito cuando se trata de crecer.

sábado, 27 de octubre de 2012

Scorpio: breve reflexión sobre la luz.




Por Astarté.
León, España.

Mente imbricada en su propia médula... La intensidad de un velo nos podrá, tal vez, desviar de la puerta del retorno al hogar donde espera la lumbre. Y lo más probable será que los pasos se hagan más altos y la ascensión más violenta. Quizás nos pueda parecer que el aire se torne denso o que una mancha oscura cubra el cielo transparente. Nada que temer entonces. Pues el cielo será igual que antes. Sólo que Scorpio nos habrá donado la certeza de su fantasía (a veces ésta cuesta un imperio de ideas...). Y a veces, cuando llueve, se mojan las alas de los pájaros en pleno vuelo. Si bien las alas mojadas no impedirán que una paloma entre en la casa de los hombres. Volar hacia la luz, en fin, requiere la simplicidad del juego. Y es que a Scorpio le arrebatan las nueces que crecen en un prado escondido. Es un gran comilón este amigo astral. Un niño con la cara manchada de cacao. Pues... ¡dar entonces a Scorpio lo que de Scorpio es...! Y en un cesto pequeño recojamos nueces. Aunque haya fango en el sendero que conduce a los nogales y las ramas sean altas... Siempre habrá una escalera. Esa que cargamos sobre el hombro cuando estamos por creer que nos faltan las piernas.

martes, 23 de octubre de 2012

Te estaba esperando.





 Por Astarté.
 León, España.

Era demasiado fuerte para creer en falsos ídolos. Así, un buen día, en medio del desierto, juró desenterrar todo lo que en él quedaba de banalidad y estériles juramentos. Fue entonces que emprendió las huellas de su corazón para atravesar el árido terreno. Se descalzó para sentir mejor, al tacto, el placer del dolor natural que en él causaba pisar las grietas del fango reseco. Y andando llegó a la carretera, otro desierto abandonado e infértil, por el cual no pasaba ya ni el mejor de los poetas. Y luego, atravesó el monte (¡divino silencio el del monte!)...

Y bien, cariño, no te reconocí..., ella le dijo al verlo llegar con llagas en los pies y  destrozos de piel en el alma, si es que puede existir un alma dérmica. Y por qué no. El alma tiene piel. Y él lo sabía bien: un río de vida fluía desde el interior de sus entrañas como manantial en medio de las rocas. “Y bien, cariño, es que te esperaba para cenar y no llegabas...”, le dijo al verlo hambriento y extenuado. Pero no era hambre lo que él sentía, sino amor. Aquel hombre, extraño ejemplar de esos nacidos bajo el signo de Marte... A pesar del cansancio, el haz de su silueta trepaba por las ranuras del techo y abría los brazos para abrazar el pensamiento de su amada...

Y bien, cariño, ¿te apetece un whisky o, mejor aún, un martini dry? Ella sabía que ésta ultima era una de las seis principales recetas del The Fine Art of Mixing Drinks, de David A. Embury. La mujer, claro, quería conversar. Y no sólo esto: su pasión la consumía; deseaba ser besada. Y para encender las pasiones, nada mejor que un licor aromático. Pero él no bebía, mucho menos cuando regresaba de un largo viaje. Y de aromas tenía demasiado: la hierba, la tierra, la erosión del viento lo habían impregnado de olores insustituibles. ¡Qué mejor sensación que la del olor a la hierba del monte!

En el centro de la pequeña sala había un espejo y nada más. Estaba allí, desde aquella primavera en la que ellos se amaron. Y bien, no es secreto para nadie que cuando el tiempo pasa quedan los espejos abiertos a la memoria. Ėl estaba extenuado, eso he dicho antes. Ella lo amaba con locura y lo esperaba para cenar con un martini dry a la luz de una vela. Ėl olía a hierba. A ver, ¿qué más?... En el techo, las ranuras le abrían el paso a las viejas vigas de madera, carcomidas por el comején. Y todo estaba en orden, pues nada existía, al parecer. Nada, menos el silencio. Ese que él había recogido en el monte para regalárselo a ella, lleno de vida. Sucede que, a veces, los grandes sueños ponen condiciones. Y el coraje no faltaba, ¡qué va! Ėl tenía tanto que le sobraba. Pero el coraje, ¡qué pena!, nada puede hacer cuando va a la guerra contra el tiempo. Y como sabemos, en ciertas ocasiones vale más el amor que el coraje. Por eso, cuando él entró y la vio sentada esperándolo, no se dejó derrotar. La tomó entre sus brazos. Ella lo deseaba, aunque no podía ya sentir el olor de su piel. Entonces, con ella en sus brazos, él atravesó el espejo y llegó de nuevo al desierto, árido e infértil. Y allí sembró una flor. Luego, caminando (con ella en sus brazos), llegó a la carretera, por donde no transitaba ya ni el mejor de los poetas. Y escribió un soneto. Y al final, entró en el monte, siempre con ella en sus brazos (¡divino silencio el del monte!)... Y le dijo: Te amo, ¿sabes? ¿Crees que aún tenemos tiempo para cenar? Y ella, desde el otro lado del espejo, le sonrió diciéndole esto, así de simple: Siéntate, amor. Te estaba esperando.

jueves, 18 de octubre de 2012

Invierno.



Por Astarté.
León, España.

Para no poner en juego el poder de la palabra 
y no jugar a pronunciar alguna de ellas al vacío
elucubrando a tientas sobre el alma
diré: ME RINDO... 
y no porque en realidad me rinda 
sino porque el delicioso invierno 
del camino que fui para mis piernas
he vuelto a cruzar
sin sentir el otoño.