Por: Rosa Marina González-Quevedo (Astarté)
León, España.
Mujeres de la vida... ¡Vaya frase!... Y bien, el lenguaje regularmente nos engaña, sobre todo cuando usamos frases hechas. Pues todas las mujeres son “de la vida”, aun aquellas que se esconden en nuestra fantasía (la de las propias mujeres) o en la de los hombres (¿de erotismo se trata o de algo más?). Pero todas son (somos) “de la vida”. Y cambiamos un día por otro; es decir, vivimos día a día. E insisto en que las frases hechas del lenguaje a veces nos confunden, precisamente por estar hechas para situaciones culturales y sociales específicas y por ser un resultado del uso y abuso de los significados que cada pueblo o cultura otorguen a las palabras.
Mujer de la tribu de los Surma, Etiopía (Valle del río Omo) |
Hoy dedico un minuto de especulación para recordar un título alguna vez mencionado:
Filosofía en el tocador, sin que ello signifique un enlace mental entre
maquillaje y sexo. Más bien, reflexiono sobre el maquillaje, a sabiendas que en
el planeta Tierra hay féminas que, por razones de la vida, omiten
el acto de sentarse delante de un mueble llamado TOCADOR para maquillarse.
De las raíces
histórico-culturales (milenarias) del acto de maquillarse se ha hablado
bastante y llueve información suficiente en bibliotecas reales y virtuales.
Sabemos por ello que existen múltiples
posiciones que, bien desde tronos elevados o bien desde un contacto mucho más
directo con Madre Natura, establecen patrones estéticos para juzgar la belleza
o la condición social de una mujer maquillada.
Factores
comunes en la aplicación de los recursos para SER BELLA sí, por supuesto, los
hay: El fango ha sido y es, por ejemplo, un elemento que no escapa al
tratamiento del cuerpo bello. Sus propiedades minerales y su energía
(absolutamente vinculadas al don de la fertilidad) explican su uso como la
mejor de las mascarillas o como espléndido recurso para masajes corporales y
hasta como parte misma del tocado (laca excelente para las mujeres de
muchas tribus, las cuales se engalanan
con fango para volverse atractivas). ¿Extraño para el mundo occidental esto del
fango en el peinado? ¿Es fea o repulsiva la mujer que se peina con fango?...
Niña yanomani del Amazonas. |
Acabo de leer
algo sobre el maquillaje de Cleopatra, la cual se dice que usaba pequeñas dosis
de plomo (mineral con referencias a propiedades benéficas para el sistema
inmunológico) para sombrear sus párpados (glamour llegado a nuestros
días, aunque no usemos el plomo...). Y más que conocidos son los baños con
leche de burra de la reina de Egipto. Bueno, ella se los podía permitir...
Pero, en todo caso, no todas (o todos) nos sumergiríamos en leche de burra sin
antes experimentar un cierto rechazo y, en algún caso, hasta repulsión, tal vez
por tener más que establecido el patrón mental de la leche como elemento para
la nutrición a través del aparato digestivo y no a través de nuestro sistema
cutáneo.
Geisa japonesa. |
Lo histórico
del arte del maquillaje también nos conduce a la búsqueda de maquillajes
históricos (o sui géneris), entre los que llaman mi atención los del
diseñador británico Alexander McQueen (honor a su fantasía y a su memoria), o a
la importancia concedida al maquillaje de los muertos (desde los egipcios hasta
nuestros días).
Tocado del diseñador Alexander MC Queen. |
Y en este último caso, el maquillaje deja de atañer solamente a las mujeres de la vida, viajando más allá de la vida y del género femenino, hasta convertirse en parte de un rito universal, el de la vida en el “más allá”. En fin, el poder CÓSMICO de los colores y el arte de la COSMÉTICA: la magia de la luz “descompuesta” en un arco-iris de razones para hablar del maquillaje, aún cuando las mujeres lleven la cara lavada o cuando los hombres no establezcan una relación entre pertenecer al género masculino y tener la cara “pintada”. Histrionismo (el teatro, las máscaras) y universo; vida y muerte; colores.