Por Astarté.
León, España.
Era una jovencita “imberbe” (si este adjetivo
puede usarse también en el caso de las mujeres) cuando dejé aquella que había
sido la casa-internado colectiva de una generación de también “imberbes”
condiscípulos. En 1979 se graduaba el primer grupo de estudiantes de nuestro
colegio, institución escolar proyectada en los años ‘70 por algún “iluminado”
que, mirando al futuro, concentrara su atención en un objetivo pedagógico
preciso: el “principio martiano de estudio-trabajo”.
Entre paréntesis, acabo de leer una noticia en la cual se anuncia la
“desactualización” de la aplicación pedagógica de este principio (causa demasiados problemas económicos que
ocasiona al país).
Nuestra escuela, sin embargo, tenía una
característica especial: en ella se había concentrado un número estimado de
estudiantes con altos promedios académicos. El “objetivo social” era el de
orientar la vocación de estos jóvenes al estudio profesional y al servicio de
la Revolución. Algo así como una especie de escuela de “excelencias”, cuyas
mentes y acciones estarían controladas y vehiculadas hacia el porvenir de la
Nación socialista. Esta escuela existe aún: es la llamada Escuela Vocacional
“Carlos Marx” de Matanzas (provincia de Cuba). Vale aclarar el hecho de que
este tipo de escuela no era (y no es) exclusivamente matancera: cada provincia
cubana tiene una similar con su propio nombre. En fin, pienso que lo mejor que
nos quedó a los que allí estuvimos “internados” durante cinco años de nuestras
“imberbes” vidas ha sido un profundo sentimiento de solidaridad humana, no se
sabe bien por qué, aunque se supone que este vincǔlum trascendental sea una consecuencia de una relación vital
extraordinaria que puso nuestras adolescentes beldades delante de alternativas
y circunstancias existenciales difíciles de olvidar.
Después de tanto tiempo de distancia y separación
entre sus miembros, gracias a internet y a la iniciativa de un querido
ex-condiscípulo y amigo, se ha creado
un sitio, cuyo propósito es aquel de reconstruir y dar continuidad a la
historia de una escuela que, repito, todavía existe, si bien muy lejana en
tiempo e ideales de aquella que fuera nuestra escuela de los años ’70. Este
sitio puede ser visitado por los antiguos y actuales miembros del centro (y no
sólo por ellos) en:
Navegando a través de sus páginas, hallé la
publicación de una novela escrita por un ex-estudiante de la Vocacional de
Matanzas. Se trata de El plano y la
brújula, del autor Francisco Zaragoza Zaldívar. En ella, el escritor hace
galas de conocimientos históricos bien precisos, recreando, con técnicas
narrativas excelentes, la atmósfera política y socio-cultural de lo que fuera
el dominio colonial español en la Isla de Cuba a fines del Renacimiento e
inicios del Barroco...
El plano y la brújula, de Francisco Zaragoza
Zaldívar:
¿Novela policíaca?...
Corría el año 1595. Tres crímenes de aparente
delineación profana, descubiertos en cadena, desenlazan el ir y venir de
acontecimientos, muchos de estos en retrospectiva, abriendo y cerrando en
círculos las relaciones entre esclavos, indios, colonizadores y foráneos
sedientos de poder y de venganza política. Una descripción pintoresca;
pinceladas caleidoscópicas que delinean la configuración del humano-viviente en
la Cuba sincrética (y simbiótica) de aquel período de nuestra historia. Claro
que “aquellos polvos traen estos lodos”... Todo esto y mucho más: futuro y
pasado se enganchan en el híbrido del
presente más actual de la realidad cubana, metamorfosis total. La posibilidad
de “engendrar” un nuevo ser, más capaz (física y anímicamente) de ejecutar su
poder sin reparar en las “bagatelas”
que los problemas de salud puedan ocasionar al organismo biológico del ser
humano. La ciencia médica (leader)
junto a la alquimia y al naturalismo, anticipando el nacimiento de una época
que aún distará algo en el tiempo (la de Baruch Spinoza y de las ciencias del
S. XVII); mientras tanto, la mente matemática de un sabio arquitecto-astrólogo
que pronostica (a través de un juego enigmístico) aquello que será el fracaso
de la metrópoli española en sus colonias de El Caribe. La venganza contra el
poder inquisidor y contra las injusticias de los gobernantes “gallegos” en la
Isla deviene proyecto arquitectónico individual para la organización de un
crimen perfecto. Todo ello, en medio del sabor y del ritmo sincrético de orgías
que atraviesan el océano desde los grandes palacios nobles europeos, llegando a
las tierras tórridas caribeñas, asumiendo la defición del engendro (india-negra-mulata insular + blanco
peninsular) que baila al son del tambor y del rock latino... Una temporalidad sin parámetros rígidos,
coordenadas que saltan en torbellinos desde el mar hasta el centro de la noche
en el monte cubano. Y todo ello, bajo los ojos penetrantes de una trilogía
sacra y profana al mismo tiempo: fe, esperanza y Caridad (del Cobre; Caridad la
negra; Caridad, la Isla de Cuba...).
Gracias a Francisco Zaragoza Zaldívar por las horas dedicadas al
regocijo del lector. Y sobre todo, ¡suerte, joven escritor!... Es lo que más
necesitamos, también yo y todos los escritores sin rumbo, caminantes en el aura
de nuestra soledad. Y a vosotros, lectores en espera de buenas publicaciones,
paciencia... ¡Mucha paciencia!