PALABRAS A MIS LECTORES

ALGÚN PAJARILLO ME HA CONTADO QUE EN ESTE IR Y VENIR POR EL UNIVERSO INFINITO ENTRAMOS Y SALIMOS (SIN DARNOS CUENTA DE ELLO) POR LOS POROS DE LAS SENSACIONES.

EN TAL CASO, PIDO QUE LA SATISFACCIÓN DE GOZAR LO QUE SENTIMOS NO NOS ABANDONE NUNCA Y NOS LLEVE A TOCAR UNA ESTRELLA: LA NUESTRA.




miércoles, 27 de febrero de 2013

ADELFAS.





Por Astarté.
León, España.


Llego en menos de un abrir y cerrar de ojos y encuentro todo igual. La acera limpia y larga, reluciente bajo el sol del mediodía que me lleva a casa. El solar yermo a mi derecha, el rechinante asfalto a la izquierda. No tengo más que cruzar la calle para oler de cerca las adelfas, sin tocarlas, por supuesto, porque son flores venenosas. Menuda condición: bien huelen y bien lucen aunque hagan daño. Y son bellas.

Atravieso la calle en este mismo instante y vislumbro el portal donde cantan los grillos. Los escucho e imito sin llegar a ser pedante. Una sola palabra mal dicha o pronunciada rompería el encanto. Las hadas lo saben. Y también las brujas buenas. Hay sortilegios que prescinden del silencio, nada que agregar. Y creo que debe ser cosa de locos o juego de niños esto de sentir tanta pasión por entrar en sitios donde ya nadie nos llama. Sólo por el hecho de poder tocar la hierba, caminar despacio bajo el sol y estar allí. O aquí, que es igual. La mecánica cuántica es la mejor de todas las razones del mundo. Y ahora que lo sé, pruebo a no olvidarlo. Y por eso vuelvo, pues, a oler el perfume de las dulces y mortales adelfas de mi infancia. Siguen creciendo del otro lado de la calle. Y viajo en un coche de puertas abiertas que me pertenece por designio personal. Y en mi barrio, los que allí estuvieron ya se han ido. Y los que hoy están no pueden verme. Adorable pacto entre el plasma y  el tiempo, cuando cada amanecer es un regreso al hogar.

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