Por Astarté.
León, España.
Texto y
contexto para darle vida a una idea. Sin descripción no hay movimiento del
verbo; la acción no cobra forma; no hay reflejos.
Hoy me valgo de una breve descripción, obviamente
connotativa, para transmitir verbalmente la composición de un gran deseo: LA
VIDA. Y escribo en grande este gran deseo que me sabe a fruta dulce, a pasto
verde y a hiel; que me huele a salitre y a heno; que me arde y me acaricia y me
pincha; me deslumbra y me embelesa. A veces, sin dar ningún aviso, mi deseo se
vuelca en su propia naturaleza para proyectarme hacia una tela de araña muy
sutil. Otras veces quedo atrapada en esta proyección, entre las ramas de un
árbol lleno de bellotas, entre ardillas que suben y bajan ágilmente por el
tronco. En fin, he descrito mi deseo. Y lo importante para mí, en este caso, es
el estar conciente de quererlo describir. Eso es ya suficiente para darle
forma. Pues, como verbos, sin su descripción los deseos no se cumplen.
En una ocasión, años atrás, pedí un deseo: tener una
vida intensa, sin saber muy bien qué cosa pedía. Estaba, sin lugar a dudas,
confundida en aquel entonces, por pensar que VIDA INTENSA era una analogía del
placer. VIDA INTENSA sin embargo, además de momentos placenteros presupone el
ver derrumbarse, por ejemplo, todo lo que poseemos (o que creemos haber
poseído) sin dejarnos caer (al menos, no del todo) en los escombros-efecto de
cualquier tipo de cataclismo humano. Obra difícil ésta de no dejarnos caer,
¿verdad? Pero no imposible. Y me refiero a la intensidad que hay en la fuerza
del espíritu para sobreponerse y seguir proyectándose hacia la luz, a pesar del
sinsabor de las derrotas, o ante las traiciones (la propia, a veces...), o ante
la carencia de afecto. Que si LA VIDA fuera, como tal, obra fácil, naceríamos
sin riesgos y sin parto.
Hoy es un día
especial. El día de describir un deseo importante. Y a mis queridos lectores (a
aquellos que, furtivamente, encuentren en la red esta página y la lean “por
curiosidad”) propongo un ejercicio, muy efectivo, que es el de describir un
gran deseo: Pues bien: yo deseo un castillo... Y yo, una tarta de
chocolate... Y yo, que mi amigo sane... Y yo, escalar el Himalaya...
Probad, pues, a describir ese deseo y será cumplido. Cumplido para vuestros
sentidos, para vuestra memoria del futuro (¿existe?...). Pero
describid vuestro gran deseo. Sin olvidar que LA VIDA, escrita en mayúsculas e
intensa como es, nos hará siempre y día a día descubrir que la obra de un deseo
no está exenta de contrariedades. Como la vida misma en su absoluta intensidad.
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