Por Astarté.
León, España.
Una vez soñé que escalaba una alta montaña
y en la altura encontré una playa desierta
donde yacía, encallada, una barca.
Algún día estuvo allí un pescador
(hoy, quizá, hombre viejo y solitario).
Vuelvo a deshojar las páginas del sueño.
El pescador me alienta a caminar descalza
y a bajar por la cuesta. Entonces presiento
que las playas que amé son siempre las mismas
y que estas que amo son eternas.
Nada cambia en el paisaje entre tierra y cielo.
Una vez soñé que escalaba una alta montaña...