Por Astarté.
León, España.
Últimamente la tendencia a permanecer en posición de arranque, pero sin
correr y sin marchar a ninguna parte, me mantiene en el punto fijo de quienes
poco escriben. ¿Para escuchar sin prisa el silbido del viento? ¿Para construir castillos en la arena? ¡Bah!, ¿quién
sabe?... Será por eso que los días escapan de mis dedos y me retan a seguir
allí, de pie, en el compás de espera. Mirando desde la orilla cómo van y vienen
las olas al ritmo de la apatía. Y mojando, de vez en cuando, mis pies en la corriente.
Pero, eso sí, dejando libres mis manos. Para impulsarlas a su propia suerte. Cuando
el aire vuelva a despeinarme el flequillo con la musa de la imaginación.