Por
Astarté.
León,
España.
Para comenzar el año y buscando no engañarme con
eso del tiempo y de los ciclos acordados por los hombres para organizar la vida
del planeta en el que vivimos, quiero hacer presentes mis deseos, precisando que estos no son los que me harán más bella, virtuosa o rica, aunque, tal vez, sí
más conciente de mi propia vida.
Y bien, ante todo, deseo ser ésta que soy; es
decir, un ser humano que se regocija estirando sus extremidades, cada mañana, al despertar. Deseo seguir sintiendo el sensual cosquilleo de mis
sábanas al rozar mi piel y, una vez despierta, refrescar mi rostro con agua cristalina,
bien fría, como el agua de los manantiales. Y con la cara fresca aún, mirarme
al espejo y reconocerme. Y una vez, reiterando ser yo misma, deseo que el aire
que respiro esté ahí, al alcance de mi aliento. Y que mi inteligencia
natural me guíe, a cada paso, al tomar el oxígeno que uso para respirar (justo
el necesario). Deseo que mis zapatillas
de noche se iluminen con el día; que destellen la luz de las estrellas más
lejanas a fin de dar lumbre y calor al camino que recorren mis plantas terrenales. No puedo, por supuesto, dejar de desear mente clara y ojos lúcidos: Sin
lucidez suficiente no podré orientarme en la cocina de casa, pequeño rincón
donde hago el café matinal y abro la ventana para ver el sol. Deseo, además,
continuar teniendo el oído musical que me permite escuchar las melodías que
adoro. Y, al mismo tiempo, untar mi pan del desayuno con mermelada de frutas,
bien rica, para alimentarme. Y que mi cuerpo, repleto de hambre gestual y fuerza,
de sangre y nervios, esté apto para recibir los golpes y caricias, los dolores y bondades que merezco, sin excesos, claro está. Y así, deseo el paladar y
el gusto sensorial íntegro para saborear lo dulce, lo salado, lo amargo y lo agrio de la vida, ni más ni menos, no dando demasiado tiempo al desagrado y plisando de
espacio los momentos de placer. Deseo, por demás, amar y ser amada, besar y
que me besen... Deseo cerrar mis manos y sentir que hay granos de arena, migas
de pan, gérmenes de piel entre mis dedos. Deseo mente clara, corazón abierto,
cuerpo sano. Eso es todo. Y aunque sé que es demasiado, sé también que, para
comenzar el año, tengo el derecho de pedir que el tiempo sea tan preciso y enorme como
la eternidad.
Eso pido para mí y para todos vosotros.
Abracemos, pues, el 2014 con la plenitud de nuestra energía más positiva.
¡QUE SEA UN AÑO DE RENOVACIÓN PERSONAL!
Un abrazo
a MIS LECTORES Y AMIGOS.
Astarté.