Por Astarté.
León, España.
Era una estampa de estación, la continuación de la mente a través de una
ventana.
Era un prado verde. Un jardín.
A decir verdad, ninguna imagen le puede
hacer justicia. La guardo entre ideas. De vez en cuando escapa. Y el tiempo es
su más frágil extensión real.
De sus habitantes nada supe. Al parecer, estaban
y siguen junto a mí, del otro lado del cristal.
Era, en fin, un pedazo de deseo
que, por suceder un día, se iluminó.