Por Astarté.
León, España.
Hay días en los que me
pierdo.
Toco las paredes
a ver si, de algún modo, me
dibujo en ellas.
Y no me siento.
O sí. Me siento de otra forma,
como todo lo malo (o lo bueno) que hay en mí.
De repente, tocan a la
puerta.
TOC... TOC... TOC...
¡Voy!, respondo.
Pero, ¿quién abre?
Tal vez, mi alter ego,
andando en solitario,
alcance a romper el cerrojo.
O tal vez llegues tú, a tiempo.
Y quites la cadena.