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viernes, 10 de octubre de 2014

Un pueblo. Una calle.



Por Astarté.
León, España.


Desde que llegué al pueblo no he visto más que una calle que empieza y termina en la caricatura del asombro, en la pasión de lo desconocido y en la musculatura de una sonrisa. Algo me dice que este pueblo es un misterio tan grande como la quietud. Y a decir verdad, no he tenido tiempo de pensar en sus particularidades. Me he perdido en su calle y no pienso regresar, así que no me llames, ni siquiera, para echarnos en la hierba que crece alrededor del río. Deja el café sobre la mesa, poco importa si se enfría. Y dame la mano. 


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