PALABRAS A MIS LECTORES

ALGÚN PAJARILLO ME HA CONTADO QUE EN ESTE IR Y VENIR POR EL UNIVERSO INFINITO ENTRAMOS Y SALIMOS (SIN DARNOS CUENTA DE ELLO) POR LOS POROS DE LAS SENSACIONES.

EN TAL CASO, PIDO QUE LA SATISFACCIÓN DE GOZAR LO QUE SENTIMOS NO NOS ABANDONE NUNCA Y NOS LLEVE A TOCAR UNA ESTRELLA: LA NUESTRA.




jueves, 29 de noviembre de 2012

CONFESIONES DE ASTARTÉ A SUS LECTORES.

A long exposure of the Milky Way over the Mount Aiguille in the French Alps.
  
Fotos como ésta me causan gran envidia por querer ser ubicua y no poder serlo. Cuánto quisiera vivir un solo instante real de esta mágica nube de luces.  Cuando envidio soy implacable hasta conmigo misma.

martes, 27 de noviembre de 2012

KUNDALINI.




Por Astarté.
León, España.

Quemando su piel de tanta luz cayó en el reino de las sombras. Y el reino de las sombras estaba a dos palmos de distancia de la luz. El reptil sintió entonces que tanta oscuridad le  posibilitaba otro salto en el espacio astral. Era, en fin, la ascensión que devenía engendro. O bien la subida desde el precipicio hacia una abrupta cima atravesando un pantano de fluidos. 

Las escamas se abrieron y cerraron dejando pasar un haz de luz. Oyó voces que venían desde afuera. Y más que voces, oyó tambores lejanos. Un despampanante ritmo tropical que llegaba y se acercaba y  entraba y  enfilaba sin pedir permiso, picoteando el perfil de un sueño a través de la piel de la serpiente.

Dio gritos de dolor. Sus poros, cubiertos por escamas, se dilataron y escupieron en aquel justo instante una masa de recuerdos que tenían que ver con raíces ancestrales. Recordó, por ejemplo, que en otros tiempos se agitaba como un pez bajo el agua turbia, siempre entre las sombras. Y recordó también que del reino de las sombras el pez regresó a la luz para arrastrase, treparse, volar, andar, soñar, amar... ¡Menos mal que existe la memoria!


lunes, 26 de noviembre de 2012

Un viaje al fin del mundo.




Por Astarté.
León, España.

Miro con nostalgia alejarse el tren que me llevaría al fin del mundo. Me conduciría a la última estación de un largo viaje y lo perdí, por pocos segundos de retraso, lo perdí... Y bien, al parecer, el fin del mundo no era el destino para una llegada inmediata, al menos, no por el momento. He tomado tantos trenes desde que nací que a veces creo que nací sobre los rieles del ferrocarril. Claro que es triste ver, desde el vacío, la perspectiva de las líneas de hierro. Paralelas y convergentes al mismo tiempo. Invitándome a trazarlas por siempre en mi mente.

Para llegar al fin del mundo había comprado un billete con algunos meses de antelación. No me costó dinero, solamente algo de paciencia y de ilusiones, pero bueno, valía la pena. Había hecho un equipaje de esos breves: una mochila cargada de humo. Sí, nada de extraňarnos por lo del humo. Era humo legítimo, residuo del fuego de un viejo horno de carbón. Lo llevaba por si acaso el fin del mundo era trágicamente transparente (ya sabéis que cualquier exceso es horrible). 

Aquella madrugada salí de casa vestida de ladrona. Tenía la total intención de robarme el arcoiris para llevarlo conmigo durante el viaje. Y es que no me pueden faltar los colores. Y no sabiendo si en el fin del mundo tendría que ponerme a pintar libros de cuentos, pues... Nada, que al final, el arcoiris no pesa tanto y se puede llevar escondido en algún bolsillo. Había llevado también algunos viejos discos de Nat King Cole; los mismos que escuchaba en mi niňez en el tocadiscos de plato. Un cajón con recortes de revistas de moda (¿para las pasarelas de los ángeles?) y una llave maestra, de esas que abren cualquier puerta. No sabía a qué hora llegaría exactamente. Y a lo mejor, encontraba la entrada ya cerrada. 

En fin, que tras preparar este percurso definitivo, con fatiga y emociones perdí el tren. Dicen mis amigos que me sucedió por ser demasiado ingenua. Porque a nadie se le ocurre ponerse a mirar las estrellas y el reloj al mismo tiempo. Y yo así hice. Me puse a contar las luces que encontraba en el cielo de la madrugada, buscando a Venus, qué sé yo... ¡Tonta y mil veces tonta! No se puede intentar viajar y soňar, simultaneamente, sin incurrir en pérdidas catastróficas. Aunque, a decir verdad, no lo lamento del todo. De trenes tengo ya tanto que tal vez éste no era el más apropiado para llegar a las fronteras del cielo. Esperaré. Este banco de madera es bastante grande. Hay sitio para todos.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Filosofando: La percepción y la poesía.



Por Astarté.
León, España.

La teoría de los colores de Goethe se opuso a la newtoniana (aquella de la descomposición espectral de la luz blanca en siete colores esenciales). Para estructurar su teoría, Goethe tomó como importante punto de referencia la experiencia de artistas-artesanos como lo fuera el gran Leonardo da Vinci,  quien establecía una distinción entre los colores de la luz (amarillo o rojo, por ejemplo) y los de la sombra (entre estos el verde y el azul). Goethe oponía, en otras palabras, la experimentación empírico-instrumental de la luz a la llamada "observación sensorial y perceptual" (véase para mayor información: http://www.ojocientifico.com/2011/03/06/teoria-del-color-de-goethe).
Nada extraño que el ojo del poeta vea más allá de lo que pueda ver el ojo del científico. Y nada extraño tampoco que tengamos días grises y noches blancas. El ojo del poeta (vale decir, "el ojo de la aguja" por donde el poeta penetra para rescatar imágenes o estatuas petrificadas en el mundo imago) no ve, sino más bien, siente. ¡Ánimo por ello, venga!... Ánimo para nuestras tardes ocres. Es que somos todos y cada uno de nosotros poetas, aunque no lo sepamos. Bastaría, pues, tomar un pincel o una brocha en la mano para cambiar los colores de la sombra. Bastaría un breve paso de nuestra conciencia, de la sombra a la luz. Sin olvidar, claro está, la importancia de los contrastes. Sin olvidar que no hay luz sin sombra y viceversa.

ORGASMO.




Por Astarté.
León, España.

y desde la humedad como campana viajo
al son del orgasmo hacia el centro
de tu más sensible zona
que es igual a decir
hacia la terminación de la escala
más tibia de tu cuerpo
y entro en ti
en el preciso instante en el que vibras
y vienes con tu fuerza
me voy a nadar
atravesando mares y anclando en tu puerto
mojada como un pez
que perdió el rumbo entre las olas.

Aquellos polvos traen estos lodos: Comentario a la obra de un joven autor.




Por Astarté.
León, España.

Era una jovencita “imberbe” (si este adjetivo puede usarse también en el caso de las mujeres) cuando dejé aquella que había sido la casa-internado colectiva de una generación de también “imberbes” condiscípulos. En 1979 se graduaba el primer grupo de estudiantes de nuestro colegio, institución escolar proyectada en los años ‘70 por algún “iluminado” que, mirando al futuro, concentrara su atención en un objetivo pedagógico preciso: el “principio martiano de estudio-trabajo”[1]. Entre paréntesis, acabo de leer una noticia en la cual se anuncia la “desactualización” de la aplicación pedagógica de este principio  (causa demasiados problemas económicos que ocasiona al país)[2].

Nuestra escuela, sin embargo, tenía una característica especial: en ella se había concentrado un número estimado de estudiantes con altos promedios académicos. El “objetivo social” era el de orientar la vocación de estos jóvenes al estudio profesional y al servicio de la Revolución. Algo así como una especie de escuela de “excelencias”, cuyas mentes y acciones estarían controladas y vehiculadas hacia el porvenir de la Nación socialista. Esta escuela existe aún: es la llamada Escuela Vocacional “Carlos Marx” de Matanzas (provincia de Cuba). Vale aclarar el hecho de que este tipo de escuela no era (y no es) exclusivamente matancera: cada provincia cubana tiene una similar con su propio nombre. En fin, pienso que lo mejor que nos quedó a los que allí estuvimos “internados” durante cinco años de nuestras “imberbes” vidas ha sido un profundo sentimiento de solidaridad humana, no se sabe bien por qué, aunque se supone que este vincǔlum trascendental sea una consecuencia de una relación vital extraordinaria que puso nuestras adolescentes beldades delante de alternativas y circunstancias existenciales difíciles de olvidar.

Después de tanto tiempo de distancia y separación entre sus miembros, gracias a internet y a la iniciativa de un querido ex-condiscípulo y amigo,  se ha creado un sitio, cuyo propósito es aquel de reconstruir y dar continuidad a la historia de una escuela que, repito, todavía existe, si bien muy lejana en tiempo e ideales de aquella que fuera nuestra escuela de los años ’70. Este sitio puede ser visitado por los antiguos y actuales miembros del centro (y no sólo por ellos) en: 

Navegando a través de sus páginas, hallé la publicación de una novela escrita por un ex-estudiante de la Vocacional de Matanzas. Se trata de El plano y la brújula, del autor Francisco Zaragoza Zaldívar. En ella, el escritor hace galas de conocimientos históricos bien precisos, recreando, con técnicas narrativas excelentes, la atmósfera política y socio-cultural de lo que fuera el dominio colonial español en la Isla de Cuba a fines del Renacimiento e inicios del Barroco...


El plano y la brújula, de Francisco Zaragoza Zaldívar:

¿Novela policíaca?...
Corría el año 1595. Tres crímenes de aparente delineación profana, descubiertos en cadena, desenlazan el ir y venir de acontecimientos, muchos de estos en retrospectiva, abriendo y cerrando en círculos las relaciones entre esclavos, indios, colonizadores y foráneos sedientos de poder y de venganza política. Una descripción pintoresca; pinceladas caleidoscópicas que delinean la configuración del humano-viviente en la Cuba sincrética (y simbiótica) de aquel período de nuestra historia. Claro que “aquellos polvos traen estos lodos”... Todo esto y mucho más: futuro y pasado se enganchan en el híbrido del presente más actual de la realidad cubana, metamorfosis total. La posibilidad de “engendrar” un nuevo ser, más capaz (física y anímicamente) de ejecutar su poder sin reparar en  las “bagatelas” que los problemas de salud puedan ocasionar al organismo biológico del ser humano. La ciencia médica (leader) junto a la alquimia y al naturalismo, anticipando el nacimiento de una época que aún distará algo en el tiempo (la de Baruch Spinoza y de las ciencias del S. XVII); mientras tanto, la mente matemática de un sabio arquitecto-astrólogo que pronostica (a través de un juego enigmístico) aquello que será el fracaso de la metrópoli española en sus colonias de El Caribe. La venganza contra el poder inquisidor y contra las injusticias de los gobernantes “gallegos” en la Isla deviene proyecto arquitectónico individual para la organización de un crimen perfecto. Todo ello, en medio del sabor y del ritmo sincrético de orgías que atraviesan el océano desde los grandes palacios nobles europeos, llegando a las tierras tórridas caribeñas, asumiendo la defición del engendro (india-negra-mulata insular + blanco peninsular) que baila al son del tambor y del rock latino... Una temporalidad sin parámetros rígidos, coordenadas que saltan en torbellinos desde el mar hasta el centro de la noche en el monte cubano. Y todo ello, bajo los ojos penetrantes de una trilogía sacra y profana al mismo tiempo: fe, esperanza y Caridad (del Cobre; Caridad la negra; Caridad, la Isla de Cuba...).
Gracias a Francisco Zaragoza Zaldívar por las horas dedicadas al regocijo del lector. Y sobre todo, ¡suerte, joven escritor!... Es lo que más necesitamos, también yo y todos los escritores sin rumbo, caminantes en el aura de nuestra soledad. Y a vosotros, lectores en espera de buenas publicaciones, paciencia... ¡Mucha paciencia!


[1] He tratado de encontrar con precisión el texto o documento en el cual José Martí enunciara este principio didáctico. Seguramente existe, pero yo no lo he encontrado. No me han dicho nunca en qué fuente puedo leer este enunciado. Preciso de informaciones más detalladas. Gentiles lectores, ¿podéis ayudarme? Gracias.
[2] SE LEA EL ARTICULO: El gobierno desmantela las brigadas estudiantiles de verano en: http://www.ddcuba.com/cuba/5985-el-gobierno-desmantela-las-brigadas-estudiantiles-de-verano

martes, 20 de noviembre de 2012

Cogito ergo sum.







Por Astarté.
León, España.

Pienso luego existo. Y existo porque pienso. En ti, en mí. En el preciso momento de  máxima brevedad los cuerpos se disuelven y vuelven a su estado líquido. Las ideas, entonces, se amalgaman. Y se agrupan en la viscosa y elemental sustancia, fuente de la vida. Veo allí, en el charco seminal, pequeňos y veloces cuerpecillos en forma de peces. El mar sigue siendo el principio y el fin del pensamiento que vuela. Y escapa como manantial salado a través de ventanas  llamadas mónadas, quién sabe bien por qué. Y desde la marea, con la fuerza que me dan las olas, salgo a la calle. Me precipito en las atrocidades del asfalto. Y pienso de nuevo, ahora en la gente que va y viene sin saber bien a donde. La calle está mojada. Llueve. Y de nuevo, agua. Anónima fuente de la vida. La lluvia corre por los desniveles de la acera, para llegar al subterráneo de una fosa. Y allí, en el pestilente territorio de los residuos públicos, de nuevo agua... Fuente de vida que retorna en forma putrefacta: todo  resurge en malditas y benditas manifestaciones, regresando a la matriz de un sueňo. La lámpara de noche es de aceite. Imagino tu cara. E imagino porque pienso. Y pienso porque existo. Dime, entonces, si puedes, dónde está la llave que dejamos colgada entre la calle y el salitre. Mis ideas van y vienen. Se agolpan sin parar en el torrente de la sangre que circula por mis venas. Y a través de ventanas abiertas que se cierran a mi paso entro de nuevo. Cierro mi cuarto. Me sumerjo en el blanco y humilde espacio de la buena memoria. Y otra vez, tu cara. Tu boca que humedece mi piel y susurra a mi oído el canto de un pájaro nocturno: Cogito ergo sum... ¿Ha sonado el reloj? No creo.