PALABRAS A MIS LECTORES

ALGÚN PAJARILLO ME HA CONTADO QUE EN ESTE IR Y VENIR POR EL UNIVERSO INFINITO ENTRAMOS Y SALIMOS (SIN DARNOS CUENTA DE ELLO) POR LOS POROS DE LAS SENSACIONES.

EN TAL CASO, PIDO QUE LA SATISFACCIÓN DE GOZAR LO QUE SENTIMOS NO NOS ABANDONE NUNCA Y NOS LLEVE A TOCAR UNA ESTRELLA: LA NUESTRA.




sábado, 8 de diciembre de 2012

Filosofando: El ejercicio de describir los deseos.




Por Astarté.
León, España.

Texto y contexto para darle vida a una idea. Sin descripción no hay movimiento del verbo; la acción no cobra forma; no hay reflejos.

Hoy me valgo de una breve descripción, obviamente connotativa, para transmitir verbalmente la composición de un gran deseo: LA VIDA. Y escribo en grande este gran deseo que me sabe a fruta dulce, a pasto verde y a hiel; que me huele a salitre y a heno; que me arde y me acaricia y me pincha; me deslumbra y me embelesa. A veces, sin dar ningún aviso, mi deseo se vuelca en su propia naturaleza para proyectarme hacia una tela de araña muy sutil. Otras veces quedo atrapada en esta proyección, entre las ramas de un árbol lleno de bellotas, entre ardillas que suben y bajan ágilmente por el tronco. En fin, he descrito mi deseo. Y lo importante para mí, en este caso, es el estar conciente de quererlo describir. Eso es ya suficiente para darle forma. Pues, como verbos, sin su descripción los deseos no se cumplen.

En una ocasión, años atrás, pedí un deseo: tener una vida intensa, sin saber muy bien qué cosa pedía. Estaba, sin lugar a dudas, confundida en aquel entonces, por pensar que VIDA INTENSA era una analogía del placer. VIDA INTENSA sin embargo, además de momentos placenteros presupone el ver derrumbarse, por ejemplo, todo lo que poseemos (o que creemos haber poseído) sin dejarnos caer (al menos, no del todo) en los escombros-efecto de cualquier tipo de cataclismo humano. Obra difícil ésta de no dejarnos caer, ¿verdad? Pero no imposible. Y me refiero a la intensidad que hay en la fuerza del espíritu para sobreponerse y seguir proyectándose hacia la luz, a pesar del sinsabor de las derrotas, o ante las traiciones (la propia, a veces...), o ante la carencia de afecto. Que si LA VIDA fuera, como tal, obra fácil, naceríamos sin riesgos y sin parto.

Hoy es un día especial. El día de describir un deseo importante. Y a mis queridos lectores (a aquellos que, furtivamente, encuentren en la red esta página y la lean “por curiosidad”) propongo un ejercicio, muy efectivo, que es el de describir un gran deseo: Pues bien: yo deseo un castillo... Y yo, una tarta de chocolate... Y yo, que mi amigo sane... Y yo, escalar el Himalaya... Probad, pues, a describir ese deseo y será cumplido. Cumplido para vuestros sentidos, para vuestra memoria del futuro (¿existe?...). Pero describid vuestro gran deseo. Sin olvidar que LA VIDA, escrita en mayúsculas e intensa como es, nos hará siempre y día a día descubrir que la obra de un deseo no está exenta de contrariedades. Como la vida misma en su absoluta intensidad.


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