PALABRAS A MIS LECTORES

ALGÚN PAJARILLO ME HA CONTADO QUE EN ESTE IR Y VENIR POR EL UNIVERSO INFINITO ENTRAMOS Y SALIMOS (SIN DARNOS CUENTA DE ELLO) POR LOS POROS DE LAS SENSACIONES.

EN TAL CASO, PIDO QUE LA SATISFACCIÓN DE GOZAR LO QUE SENTIMOS NO NOS ABANDONE NUNCA Y NOS LLEVE A TOCAR UNA ESTRELLA: LA NUESTRA.




domingo, 23 de septiembre de 2012

Filosofando: La imagen de mi ciudad.





Por Astarté.
León, España.


Si el desdoblarnos fuera perceptible, podríamos ver, al menos, las dos perspectivas de nuestra personalidad, ambas caminando de la mano: una blanca, la otra negra; abanicándose entre ellas múltiples perfiles de matices que van entre el blanco y el negro: claro y oscuro: claroscuro a veces...

En 1959, la actriz Joanne Woodward gana un Oscar, gracias a la interpretación de un personaje de mujer con triple “fachada”; el más famoso en la historia del cine: Las tres caras de Eva (Eva White, Eva Black y Jane  como ejemplo clínico de personalidad múltiple). Narciso, engendrado en la unión de una ninfa del lago y del dios del río, muere perdidamente enamorado de su propia silueta, tras comprender la imposibilidad de hacerle el amor al reflejo de su belleza. La reina, en la fábula Blancanieves y los siete enanos, le pregunta al espejo mágico (en modo de confirmar el poder de su vanidad) si es ella la más bella entre las bellas. Al final, el espejo, fiel a la verdad, no le puede mentir: no lo es. Los espejos no nos mienten aunque eso creamos...

Y bien, desdoblamiento, narcisismo, egocentrismo... ¿Cuál de estos será el móvil para deslumbrar al viajero que pisa tus calles, querida Habana? A ti regreso (siempre que puedo...). Y siempre me equivoco al querer buscar tu real cara de Eva. Luego, Narciso me llama a tus aguas; me enamoro de tu cuerpo. Termino por lanzarme a la quietud de tu lago y, al final, le pregunto al espejo de tus calles si soy la más bella entre las bellas... Pero las piedras, que no mienten, me dicen que no. Y  al final no llego a comprender quién diablos somos, ni tú ni yo... Dando tumbos  a través de un espacio que se vuelca desde el interior de callejones destruidos hasta llegar a plazas engalanadas para una fiesta. Con las mejillas enchapadas de colorete, ruborizadas por tenerle que mostrar tus lindas tetas mulatas al turista curioso, te bastan pocos pasos para la trasformación, en 180 grados, de tu imagen. Y es impresionante el perfil deforme de tu personalidad múltiple. Bastan pocos metros y no entenderemos quiénes somos, ni por dónde vamos.

Por fortuna, nos quedan vivos los sentidos. Y el perfume de canela que inunda tus calles es inconfundible. El humo caliente del majarete, del arroz con leche... Las natillas que emanan el recuerdo de lo que fuiste, de lo que eres y de lo que serás...

¡Y menos mal que existieron las abuelas!... Luego, el sabor del limón con hierba buena. O el picante, al paladar, de los tamales envueltos en las tiernas hojas. Y para terminar, el sonido de la lata y del cajón, el ritmo del barrio, el toque a Shangó que cumple sus promesas. En fin, que cierro los ojos, Habana, para no ver tu personalidad reflejada en el espejo del tiempo. Es mejor olerte, saborearte y escucharte. Es mejor tocarte a tientas, como hacen los ciegos, para no perderme entre la White y la Black, tanteando mi vida entre las luces y las sombras del vacío que no soy.

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